En esta imagen está representada la
entrada del gran Palacio de Versalles, por la zona interior. El edificio es muy
grande, uno de los palacios más grandes del mundo, y también es un ejemplo de
obra arquitectónica prácticamente simétrica (la estructura y la planta son
completamente simétricas, pero hay algún jardín que varía en cuanto a dibujo o
plantas en él). La simetría se aprecia, sin ir más lejos, en el simple
fragmento de la entrada, en cuya imagen se puede apreciar esa simetría
perfecta.
Las
dimensiones de este distrito, así como también la belleza y estética del mismo,
tanto por dentro como por fuera, dan impresión de poder. Éste era el objetivo
de Luis XIV, Rey del Sol, representante máximo de la política del absolutismo,
la cual se dio en el Antiguo Régimen, aproximadamente en los siglos XVII y
XVIII. De hecho, se dice que la monarquía absoluta de aquella época era de
carácter divino, puesto que el monarca afirmaba que sólo cumplía órdenes
divinas, de Dios, que le transmitía su poder para gobernar al pueblo.
Luis XIV,
como ya he mencionado, era un monarca absolutista; esto significa que todo el
poder sobre el pueblo lo tenía él. Y uno de los símbolos más importantes de su
grandeza era este palacio.
El Palacio
de Versalles tiene una gran cantidad de habitaciones, ya que, además de vivir
él, Luis XIV, tenía una gran cantidad de sirvientes y personal a su disposición
que se alojaba en palacio. También había salas para reuniones, comidas, ocio,
etc.
Otra
característica llamativa de la obra arquitectónica es su gran cantidad de
jardines, muy cuidados y trabajados, con numerosas formas geométricas, desde
las más sencillas hasta las más complejas, con proporciones matemáticas
“perfectas”, y un gran lago (artificial) de más de dos kilómetros de longitud
máxima. El lago tiene forma de cruz latina, cuyo brazo más corto mide alrededor
de un kilómetro y cuarto. En casi todos los jardines hay fuentes (como las que
se pueden ver en la imagen) y canales, que las comunican entre sí y vierten el
agua en el lago.
Es
importante mencionar que el palacio estaba situado al lado del pueblo, detalle
que aumenta el contraste del Palacio con el resto, y da más sensación de
poderío. Además, no se encontraba en una zona muy rica, inicialmente, sino en
una zona pacífica y tranquila, para intentar evitar que le sucediera cualquier
cosa (tanto al monarca como al palacio, por supuesto). De su entrada principal,
hacia el exterior, salían tres calles: una en línea recta, y las otras dos con
una abertura de 45o respecto a la central, cada una en un sentido.
Por cada una de estas calles se iba a las ciudades más importantes de Francia,
como por ejemplo París.
La siguiente imagen es del Canal Imperial
de Aragón, a su paso por Zaragoza. Dicho canal fue construido con el objetivo
de que fuese navegable hasta el mar, pero no se pudo terminar debido a los
grandes gastos que ocasionaba. Era un canal de comunicación y transporte de mercancías,
además de servir también para alimentar las acequias de riego. El coste de la
obra se calculó mal, puesto que hay numerosos accidentes geográficos, muchas
filtraciones y aguas subterráneas, además de otras dificultades. Por este motivo,
su recorrido se reduce de Tudela hasta Zaragoza.
Hay una zona, cuando cruza el río
Huerva, que se canaliza por unas “murallas” por el interior de dicho río:
comparten cauce pero las aguas no se mezclan. Se denomina “Ojo del Canal
Imperial de Aragón”.
En cuanto a su navegabilidad, cierto
es que se pudo utilizar como canal de transporte unos años, si bien los barcos
grandes no podían pasar. De hecho, hay exclusas, como las de Casablanca, para salvar
las diferencias de nivel con los barcos. Pero no duró mucho, porque la escasa
profundidad debida a la enorme cantidad de sedimentos del Ebro, dificultaba
mucho el paso de las embarcaciones. Hasta llegó a haber “puertos”, pequeños
embarcaderos. Obviamente, están en desuso desde que se dejó de poder transitar
el Canal.
La parte que sí dio buen resultado
fue la de alimentar las acequias de riego: aumentó considerablemente la
extensión de cultivos de regadío de la zona, y de hecho se utiliza hoy todavía
con ese objeto, aunque en menor medida. Gracias a esto, crecieron pequeños
caseríos cercanos al canal, junto con campos de riego, algunos de los cuales
están actualmente medio-abandonados, y otros han llegado a ser barrios. Es el
caso de, por ejemplo, Casablanca.
Fue promovido, principalmente, por
Ramón Pignatelli (1734-1793), de quien hay una estatua en la parte superior del
Parque Primo de Rivera, o más conocido como Parque Grande. Actualmente, está
acondicionado para poder ir en bici o andando por sus orillas, habiendo caminos
y paseos bastante agradables, incluso rutas para hacer cicloturismo de uno o
dos días (hasta Tudela). Las exclusas que había están en completo desuso, y no
tienen puertas.